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La tragedia

La tragedia

  La tragedia es una forma dramática cuyos personajes protagónicos se ven enfrentados de manera misteriosa, invencible e inevitable contra el destino o los dioses. Las tragedias acaban generalmente en la muerte o en la destrucción física, moral y económica del personaje principal, quien es sacrificado así a esa fuerza que se le impone, y contra la cual se rebela con orgullo insolente o hybris. También existen las tragedias de sublimación, en las que el personaje principal es mostrado como un héroe que desafía las adversidades con la fuerza de sus virtudes, ganándose de esta manera la admiración del espectador, como es el caso de Antígona de Sófocles. La tragedia nació como tal en Grecia con las obras de Tespis y Frínico, y se consolidó con la tríada de los grandes trágicos del clasicismo griego: Esquilo, Sófocles y Eurípides. Las tragedias clásicas se caracterizan, según Aristóteles, por generar una catársis en el espectador.



http://es.wikipedia.org/wiki/Tragedia

Las esposas de los troyanos muertos en la guerra aguardan a ver qué les depara el destino cuando su ciudad, Troya, está a punto de consumirse en llamas.

Hécuba, la reina madre, va recibiendo de boca del heraldo griego Taltibio las noticias del sorteo que acaban de efectuar los jefes del ejército aqueo. Y a partir de esta primera información, Eurípides nos presenta un dolor que va creciendo en intensidad y que se personifica en la figura de Hécuba. Así la anciana reina tendrá que saber que su hija Polixena va a ser degollada como ofrenda ante la tumba de Aquiles; que Casandra va a ser llevada por Apolo hasta Micenas donde le aguarda una muerte espantosa que ella misma profetiza; que Andrómaca-paradoja del destino-va a ser la compañera de lecho de Neoptólemo, hijo de Aquiles, el asesino de Héctor, su legítimo esposo. El dolor de Hécuba llegará al paroxismo cuando Taltíbio acuda de nuevo para llevar a cabo la acción más ignominiosa e impensable: el asesinato de Astianacte, el hijo de Héctor, de una forma especialmente brutal, despeñándolo desde las torres de Troya. El lamento de la reina madre ante el infortunado cadáver del nieto se mezcla al final de la obra con el estrépito de los edificios de Troya que se derrumban sin remedio consumidos por las llamas

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